Era la madrugada del 31 de agosto de 1995; en las entrañas del pozo San Nicolás de Ablaña una potente explosión de grisú segaba la vida de 14 mineros del relevo de la noche. Otra tragedia más; todas son demasiado frecuentes, demasiado injustas, pero ésta, descomunal: ¡14 hombres! ¡Terrible!. Diez mineros vecinos nuestros, hombres entregados a la labor cotidiana y valiente de arrancarle a la tierra el sustento de la familia en un escenario duro como pocos, compañeros de toda la vida a los que se suman otros cuatro también compañeros de fatigas venidos de lejanas tierras, quedaron hermanados para siempre en el tajo ¡Maldita Mina!
Desde nuestro colectivo, por haberlo sufrido tantas veces en el barrio, también ésta, no podemos estar ajenos al sentimiento de solidaridad y reconocimiento para con las familias y por ello nos sumamos, algunos en la distancia, a los actos que en el dia de hoy se les ofrece en las instalaciones mineras. Vaya para ellos, para todos los que dejaroin su vida en la mina y para sus familias nuestra mas profunda solidaridad y respeto.
Quizás lo único bueno que nos deje el que parece inevitable y próximo cierre de las minas, sea el punto final a la terrible sangría de los accidentes mineros.
Monumento frente al Campus de Mieres en Vega de Arriba
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